No caerían lágrimas de
sus ojos ni verías un rasgo de tristeza alterando su hermoso rostro.
A menudo cuestionaba
qué escondía detrás de su sonrisa.
A menudo imaginaba
muros que la rodeaban; una simple sonrisa, una simple imagen de bienestar.
A menudo la llamaba
cobarde, ocultando su persona entre cuatro paredes, encerrando lo más débil de
su alma. Impidiendo ser odiada, impidiendo también, ser amada
A menudo envidiaba la
persona que fingía ser. Sonreía sin un muro y entre cuatro paredes, aparentemente
aislada, se encontraba lo más débil de su alma.
Siempre era más fácil sonreír.
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