Si detienes tu voz en un segundo de lluvia, entenderías la belleza del silencio. Si paras tu prisa ante un parque, recordarías el coraje de la amistad. Si cuentas la generosidad de un pobre, comprenderías el valor de una sonrisa. Si escondieras tu alma de la maldad que con inconsciencia buscamos, encontrarías la razón de mi soledad, la razón de mi felicidad.
Ciegos, sordos y mudos caminamos ante un mundo que oprime y oculta lo hermoso de los pequeños detalles que la vida nos regala. El tiempo en un segundo vale la necesidad de sorprendernos cuando deseamos encontrarlos.
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