Tuve un accidente, ahora lo recuerdo. Toqué el suelo frío de la calle en una noche helada de invierno y mientras caía, me elevé hasta la ventana que crucé, memorizando el presente, el pasado y todo lo que creí olvidado. Llegué a mi apartamento, un tercero, y corrí hacia atrás hasta el umbral de la puerta donde encontré la razón, la voluntad y la cobardía para hacer lo que haré. Sentí el caer de una gota fría en mi mejilla, consciente ya de lo inevitable, y entonces, solté el marco de la puerta, corrí con todas mis fuerzas, crucé la ventana, caí y toque de nuevo el suelo frío.
No fue un accidente, sin embargo no sé el por qué.
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