Regaló tantos "te quiero" al aire que se quedó sin vestido y sin hadas con los que empezar su cuento.
Abrió su libro con desesperación, apretó fuerte su bolígrafo, respiró profundo y con notable tensión escribió: "la soledad sera mi amiga",....y así lo creyó. Escribió sobre el amor y sus falsedades, sobre los príncipes y sus responsabilidades, sobre las princesas, sobre sus pros y sus contras. Escribió mucho y de muchas cosas que por momentos carecían de sentido ninguno, pero así acababan las noches de tequila post-ruptura, abrazada a un libro de tapa dura con hojas blancas en las que escribir las desesperanzas de un tiempo pasado, una epoca a la que considerar tiempo perdido por no haber logrado cazar al hombre al que tanto había idolatrado de pequeña, al príncipe encantador, al capullo de turno a quien condecerle un dedo, un útero, un cuerpo al que el tiempo desgraciaría una vez pasados por la vicaría, un hombre que entienda el "te quiero" como algo diferente a una cueva de Alibaba.
Allí estaba de nuevo, completando el tercer libro de su vida, sin un hombre de cuento, sin un cuento, sin nada a lo que agarrarse aparte de su botella de tequila, que poquito le quedaba ya para sentirse del todo desgraciada, soltera y consciente.
Cinco horas después, volvió a la primera hoja y releyó de nuevo su primera frase y casi por inercia, consciente de lo irreal que resultaba, soltó una gran carcajada mientras pasaba hojas hasta ultima, cogia de nuevo su bolografo y, con menos soltuta, escribía: "la soledad no es una amiga, es un estado al que adaptarse temporalmente hasta que vuelvas a verte como estas ahora mismo, y volverás, lo sabes, así que compra nuevos libros y tequila, y una caja de gomitas,... por si el tiempo de adaptación se alaga demasiado".
Abrió su libro con desesperación, apretó fuerte su bolígrafo, respiró profundo y con notable tensión escribió: "la soledad sera mi amiga",....y así lo creyó. Escribió sobre el amor y sus falsedades, sobre los príncipes y sus responsabilidades, sobre las princesas, sobre sus pros y sus contras. Escribió mucho y de muchas cosas que por momentos carecían de sentido ninguno, pero así acababan las noches de tequila post-ruptura, abrazada a un libro de tapa dura con hojas blancas en las que escribir las desesperanzas de un tiempo pasado, una epoca a la que considerar tiempo perdido por no haber logrado cazar al hombre al que tanto había idolatrado de pequeña, al príncipe encantador, al capullo de turno a quien condecerle un dedo, un útero, un cuerpo al que el tiempo desgraciaría una vez pasados por la vicaría, un hombre que entienda el "te quiero" como algo diferente a una cueva de Alibaba.
Allí estaba de nuevo, completando el tercer libro de su vida, sin un hombre de cuento, sin un cuento, sin nada a lo que agarrarse aparte de su botella de tequila, que poquito le quedaba ya para sentirse del todo desgraciada, soltera y consciente.
Cinco horas después, volvió a la primera hoja y releyó de nuevo su primera frase y casi por inercia, consciente de lo irreal que resultaba, soltó una gran carcajada mientras pasaba hojas hasta ultima, cogia de nuevo su bolografo y, con menos soltuta, escribía: "la soledad no es una amiga, es un estado al que adaptarse temporalmente hasta que vuelvas a verte como estas ahora mismo, y volverás, lo sabes, así que compra nuevos libros y tequila, y una caja de gomitas,... por si el tiempo de adaptación se alaga demasiado".
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