Sucumbo a los deseos de una peticion no pronunciada,un susurro inaudible que agasaja oidos con ansia de pasion, un aliento calido en mi cuello desnudo, una caricia suave en mi espalda; mi piel, que ni el frio es frio, ni el calor un simple aroma de ligero y vaporoso aliento, inconsciente presion que oprime mis musculos, e inconciente yo en si, ya del tiempo mas alla de mis sentidos, desplomo el cuerpo, que algun dia fue mio, sobre los brazos de un bello vendedor de sueños.
Hermosa estampa entre los tules negros, los brillos y la tenue luz de una enorme sala de baile, y en el centro, cual ligera pluma, me dejo llevar por el ritmo, sus latidos y un sentido y fuerte abrazo, sin escape y sin intención de tal; y sin apenas esfuerzo, impensable fuera de sus brazos, irreal fuera de tanta pasion, logre trazar, con sinuosos pasos, una balada acompasada.
Fuera de tanta pasion, fuera de lo imposible, fui consciente por segundos de los besos, humedos, calidos, apasionados suspiros vaporosos, apasionados besos de aquel bello vendedor de sueños.
Sueños son los traicioneros de mis sentidos, pues tras un incredulo tropezon, y con un golpe en suelo duro, fue razon de mi desvelo y de consciente pena al asumir la soledad entre mis sabanas. Sueño fue el vendedor, y vendido fue un sueño que por un tiempo, entre sus manos, me sostuvo con deseo y con deseo me deje ir en los brazos de mi bello vendedor.
Hermosa estampa entre los tules negros, los brillos y la tenue luz de una enorme sala de baile, y en el centro, cual ligera pluma, me dejo llevar por el ritmo, sus latidos y un sentido y fuerte abrazo, sin escape y sin intención de tal; y sin apenas esfuerzo, impensable fuera de sus brazos, irreal fuera de tanta pasion, logre trazar, con sinuosos pasos, una balada acompasada.
Fuera de tanta pasion, fuera de lo imposible, fui consciente por segundos de los besos, humedos, calidos, apasionados suspiros vaporosos, apasionados besos de aquel bello vendedor de sueños.
Sueños son los traicioneros de mis sentidos, pues tras un incredulo tropezon, y con un golpe en suelo duro, fue razon de mi desvelo y de consciente pena al asumir la soledad entre mis sabanas. Sueño fue el vendedor, y vendido fue un sueño que por un tiempo, entre sus manos, me sostuvo con deseo y con deseo me deje ir en los brazos de mi bello vendedor.
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